¡Momento de orar por los testigos del amor de Dios!
En octubre de 1994 se celebró en Roma un sínodo sobre la vida consagrada. Su primer fruto patente se dio cuando San Juan pablo II instituyó la jornada de la vida consagrada en 1995 y colocó su celebración anual en el marco de la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, para significar el sentido de la entrega de los religiosos al Padre, al modo de Cristo, perfecto consagrado. El 8 de febrero del mismo año, el Papa animaba en el contexto de una audiencia general a los religiosos y religiosas del mundo a vivir sus votos como un testimonio atractivo que impulsa a los demás cristianos en su experiencia de fe y de compromiso con la sociedad. Finalmente, en el año 1996, el santo Padre publicó la encíclica “Vita Consecrata” sobre el ser y la misión de la vida consagrada en el mundo.
Ya han pasado poco más de 25 años desde que se constituyó la jornada de la vida consagrada. Año tras año, los sumos pontífices resaltan el papel de los consagrados en la vida de la Iglesia mediante un mensaje que sea foco de reflexión para ellos y para todos los cristianos en torno al valor de la consagración a Dios mediante los votos. Cabe recordar que incluso el Papa Francisco dedicó el año 2015 a la contemplación de este don de Dios para la Iglesia y el mundo, invitando especialmente a los religiosos a ver la historia de la vida consagrada y de las propias congregaciones con gratitud, a asumir el presente con pasión y a vislumbrar el futuro con esperanza. Ahora el mensaje del Papa para la jornada de la vida consagrada de 2021 bajo el título de “Parábola de fraternidad para un mundo herido”, anima a los consagrados a ser testimonio de unidad.
Tres misiones fundamentales
En general, las jornadas por la vida consagrada tienen tres objetivos fundamentales: Primero orar a Dios, dándole gracias por el don de la vida consagrada a la Iglesia, implorando por la perseverancia de los consagrados y rogándole continúe llamando jóvenes a esta vocación. En segundo lugar, se pretende dar a conocer a toda la Iglesia y aún más allá de esta, el ser y que hacer de la vida religiosa, de manera que se despierte el interés por su historia, los carismas de las órdenes y congregaciones y el reconocimiento de sus invaluables aportes pasados y presentes a la humanidad, de modo que se estime como el gran tesoro que es, especialmente para la Iglesia. En tercer lugar, de modo más específico para los propios consagrados, es un momento de motivación para que celebren el amor que Dios ha puesto en ellos y las maravillas que ha obrado en su vida y se animen unos a otros a dar testimonio al mundo de que vale la pena entregarlo todo por Cristo y ponerse al servicio de la humanidad.
¡Una invitación para conocer!
¡Vale la pena conocer este estado de vida, apoyándola con oración dentro de las comunidades familiares y eclesiales! A partir de hoy, podrán unirse a cientos de cristianos que participan en “oremos por las vocaciones”; un espacio para orar los 28 de cada mes por los consagrados, por su perseverancia y por el aumento de vocaciones para las diversas comunidades masculinas y femeninas.
La entrega de la propia vida
La vida consagrada es una entrega de la propia vida, la cual se reconoce como don de Dios y por lo cual se dona como una ofrenda al Padre, siguiendo el ejemplo del perfecto consagrado que es Cristo a través de sus características más notables de consagración y conocidas como consejos evangélicos o votos: pobreza, obediencia y castidad, para lo cual el consagrado se ha de dejar mover por la acción del Espíritu Santo, quien forma al religioso a imagen de Cristo. En la vida consagrada el religioso profundiza su consagración bautismal y está llamado a ser testigo motivador de sus hermanos en la fe, para que, relativizando muchas realidades legítimas, pero no esenciales, opten por tener a Cristo como centro de su vida. Por todo ello, enfatizan la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la vida en comunidad, el trabajo, el estudio y el servicio a la Iglesia en distintos apostolados. Para conocer más sobre la vida consagrada y orar por las vocaciones, la red social de oración Hozana propone “Oremos por las Vocaciones”.
Ángel Jahir Córdoba García, de Hozana.
Agustino Recoleto
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