top of page

Y tú, ¿ya adoraste?

  • Foto del escritor: Oscar
    Oscar
  • 24 jun
  • 6 Min. de lectura

Quizá te suceda, como a muchos, que algunas prácticas de nuestra fe las observes en otros, pero tú te sientas distante de ellas. Como si fueran loables en quienes las viven, pero no te sintieras parte de eso… al menos no todavía. Así transcurren frente a nuestros ojos prácticas como el rezo del Santo Rosario, el rezo del Ángelus, la asistencia frecuente a la Santa Misa o la adoración al Santísimo Sacramento.

 

La experiencia de cada uno es única. No hay reglas fijas, pero con frecuencia descubrimos que lo ordinario es ir paso a paso, conociendo la riqueza de cada una de estas devociones, hasta que dejan de ser solo prácticas y se convierten en una respuesta de amor al Amor, una entrega sincera y creciente.


Una de las prácticas de piedad que, por excelencia, es un encuentro de amor es la adoración al Santísimo. En ella se unen las virtudes cristianas en su forma más sublime:


  • Fe, para creer firmemente que estamos ante el Rey de Reyes, aun cuando las apariencias de esa sencilla Hostia sugieran lo contrario.

  • Esperanza en que todo lo que le presentamos será escuchado.

  • Caridad, para condolernos de su sacrificio, al hacerse hombre, sufrir, morir por nosotros y quedarse en la Eucaristía.



Por eso, en este espacio que nos regalas para leernos, queremos compartirte cinco pensamientos sobre la Adoración Eucarística:

 

¿Qué le digo a Jesús en esos momentos de adoración? 


Hay un ejercicio que se realiza en algunos seminarios ejecutivos: imagina que al esperar un ascensor, se abre y dentro está alguien a quien admiras profundamente. Tienes tres minutos con esa persona, ¿qué le dirías?


Ahora cambia el escenario: estás frente a Jesús, el Creador del universo, quien te pensó desde la eternidad, murió por ti y te espera con amor en el Tabernáculo. Esta vez… tienes todo el tiempo del mundo.


¿Qué le dirías?


La respuesta está en tu corazón.

 

¿Porqué y para qué adorar? 


En la Primavera de 1916, el Ángel de la Paz, en su primera aparición a los pastorcitos de Fátima Lucía, Francisco y Jacinta, les enseñó una sencilla pero profunda oración que de algún modo resume mucha de la esencia de la Adoración Eucarística: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”.


Cuando adoras, no solo manifiestas tu amor al Amor, también ofreces reparación por tantas ofensas y desaires que Jesús recibe. 


¿Te preocupa tu familia? Ponla enfrente del Señor en tu adoración.

¿Te indigna la violencia en tu País? Platícaselo a Jesús Hostia.

¿Padeces algún mal o alguien cercano a ti lo padece? Encomiéndalo a Él que pacientemente te escucha y espera confortarte.

¿Te duelen los sacrilegios y ofensas a la Sagrada Comunión? Sé tú consuelo para su Corazón Eucarístico.

 

Pero, ¿y si no me da tiempo? 


Haz un sencillo ejercicio: investiga en tu ciudad o comunidad los lugares donde hay exposición al Santísimo, ya sea en horarios definidos o de forma perpetua. Te sorprenderá la generosidad de Jesús al encontrarse tan cerca y tan disponible… solo falta que tú des el paso.


Cuando viajo suelo buscar las Iglesias que hay en el sitio y sus alrededores (si me permites recomendarte una aplicación que me ha servido fabulosamente que se llama “Horarios de Misa” es gratuita y fácil de usar). Me ha sorprendido encontrar capillas de adoración incluso frente a hoteles en medio del bullicio citadino.


Recuerdo una vez en que, mientras tomaba un café, vi una iglesia justo frente a mí… ¡era una capilla de adoración perpetua!


¿Cómo no pensar en el pasaje del Evangelio en el que Jesús resucitado “se hace el encontradizo” a los caminantes de Emaús, y además los acompaña en su andar sin desaprovechar para animarlos en su minada esperanza? Cada encuentro en el tabernáculo expuesto, es una réplica de la escena de Emaús, siendo ahora tú ese afortunado peregrino.

 

¿Hay alguna pauta o guía para adorar?


Sí, existen muchos recursos que te pueden ayudar: desde los clásicos como “15 minutos ante Jesús Sacramentado”, hasta oraciones disponibles en apps o tiendas católicas. Pero no te agobies por seguir un guion rígido. Piensa que es como estar con un buen amigo: no necesitas un guion para tomar un café con alguien que amas.


Si te sirve, puedes apoyarte en esta sencilla secuencia:


  • Ingresa al recinto, de manera sumamente respetuosa, en silencio (por respeto al Señor y a quienes charlan ahí con Él), y en cuanto estés en Su presencia, arrodíllate (la manera correcta es hacerlo con una doble genuflexión que es la que se hace con ambas rodillas, acompañada con una inclinación de la cabeza).  

  • Dirígete al asiento donde te instalarás, despójate del ruido de la calle,

  • saluda al Señor con amor

  • y comienza tu oración: puedes iniciar pidiendo perdón por tus faltas y la de los tuyos, luego haz actos de adoración. Puedes luego hacer actos de ofrecimiento (tus obras, tus afanes, tus esfuerzos, tus tristezas, tus alegrías, y todo lo que quieras poner ante el Señor). Pasa entonces a platicarle de tus cosas, qué te anima, qué te preocupa, qué te angustia, con qué sueñas. Háblale de ti y de los tuyos, de tu trabajo, de tu comunidad, de tu Patria, de este mundo revuelto, de tu amor a la Iglesia, encomiéndale a los Sacerdotes, a tu Obispo, al Papa. Pide por la paz -en tu interior, en tu hogar y familia, en tu comunidad, en tu País y en el mundo- y que seas tú instrumento de su paz. Dile en desagravio que lo sientes mucho por las ofensas que se le hacen, por los actos de sacrilegio, por los atentados a los sagrarios y las profanaciones a su Cuerpo en la Hostia. Pide por las vocaciones. Encomienda fervientemente la salud de los enfermos, los de tu familia y amigos, y aquellos que incluso no conoces pero escuchas que se encuentran en dificultades. Pídele por el eterno descanso de los difuntos, cercanos y desconocidos pero todos necesitados de su Divina Misericordia. Pide por el fin del aborto, por el respeto a la vida en todas sus etapas (desde la concepción hasta la muerte natural). Háblale de las injusticias que tanto te indignan. Preséntale no solo a quienes llevas en tu corazón, sino a aquellos que quizá no te quieren bien, acompañándolo de tu perdón por el mal que te hayan hecho, y si no puedes hacerlo aún, pide su fuerza para perdonar, y la humildad para poder pedir perdón.


    Hay tanto que decirle… que el tiempo en su presencia parecerá breve, y fuera de ella, eterno.

 


¿Y cómo puedo vivir más profundamente esta adoración?

 

Una vez que encuentras que la presencia de Jesús Eucaristía es ese gran tesoro que a veces uno no se explica cómo pudo pasar tanto tiempo para que lo llegáramos a descubrirlo en plenitud, puede ser que surja la inquietud de cómo llevar a un siguiente nivel esa gracia y dicha de poder adorarle y hacerle compañía.


Una forma estructurada y hermosa es a través de la Adoración Nocturna.


En México, este movimiento comenzó el 3 de febrero de 1900 con la fundación de la Adoración Nocturna Mexicana (ANM), inspirada en movimientos similares en Europa. Surge como respuesta espiritual ante épocas de persecución, violencia y ateísmo creciente. Desde entonces, se ha extendido por todo el país.


En cada sede, se realizan vigilias mensuales de adoración, siguiendo un Manual del Adorador. Quienes desean participar pasan por algunas charlas y vigilias de preparación. Luego, adquieren un compromiso de velar con Jesús al menos una vez al mes.


Quizás al inicio suene difícil pasar una hora de madrugada, pero quien ha vivido una vigilia sabe que nunca sale igual que como llegó. Resuena entonces la pregunta de Jesús a sus apóstoles en Getsemaní:


“¿No habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26, 40)

 

Esperamos que con estas líneas hayamos podido transmitirte algunos de los muchos motivos por los cuales siempre será un pedazo de cielo el poder hincar las rodillas delante del Santísimo y poder compartir una porción de espacio y tiempo con Aquel que lo dio todo por nosotros y no dejará de cumplir su promesa de “Yo estaré con Ustedes todos los días hasta el final del mundo…”  (Mateo 28, 20).


Así que, con entusiasmo y ternura, solo me queda preguntarte una vez más:


¿Y tú… ya adoraste al Señor esta semana?

El Papa León XVI alza la custodia durante la bendición tras la procesión del Corpus Christi a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma el 22 de junio de 2025. Foto/CNS/Lola Gomez
El Papa León XVI alza la custodia durante la bendición tras la procesión del Corpus Christi a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma el 22 de junio de 2025. Foto/CNS/Lola Gomez

Comments


Publicar: Blog2_Post

México

Todos los derechos reservados © | Eco Evangelii | Desde 2019

bottom of page