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¿Estamos en una crisis de masculinidad?

Hay una evidente crisis de identidad masculina, imágenes distorsionadas que generan confusión en muchos de nosotros sobre la verdadera masculinidad. El mundo nos está bombardeando con demasiados ideales sobre ser un hombre como celebridades, deportistas, líderes políticos, etc. Y por eso, constantemente nos estamos distrayendo con falsas identidades, y formamos una masculinidad rota.

Existe una enorme necesidad en la sociedad, de hacer un llamado fuerte y claro para nosotros los hombres: no dudemos al entrar en la batalla que se está luchando a nuestro alrededor. Ésta es una batalla que está hiriendo a las mujeres, los niños y familias. Es una batalla que está distorsionando la dignidad tanto de hombres como mujeres. Esa batalla pareciera por momentos que está oculta, pero no deja de ser real. Principalmente, ésta es una batalla espiritual, que acaba progresivamente lo que queda del carácter cristiano de nuestra sociedad y cultura, e incluso de nuestros propios hogares.

Una de las razones claves por las que la Iglesia está vacilando bajo los ataques de Satanás es que muchos hombres no han estado dispuestos a mantenerse firmes sobre la brecha, llenando ese espacio abierto y vulnerable al ataque.

“Busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí…”

- Ezequiel 22, 30.

Pareciera que es devastador todo lo que el mundo nos ofrece, porque a medida que nuestros padres, hermanos, tíos, hijos y amigos se alejan de la Iglesia, estos caen más profundamente en el pecado, lo cual rompe nuestros lazos con Dios y hace a los hombres vulnerables a los fuegos del infierno.


Por esta razón, es trascendental que cada hombre, lleguemos a una aceptación madura y a un entendimiento de lo que significa ser un verdadero hombre. El mejor modelo e ideal de hombre lo podemos encontrar en una persona: en Jesús de Nazaret quien es completamente Dios y completamente hombre, la perfección de la masculinidad. En ningún otro lugar podemos encontrar la totalidad de la masculinidad como en el Hijo de Dios. Sólo en Jesucristo podemos encontrar la muestra más sublime de virtud y fortaleza masculinas que necesitamos en nuestra vida personal y en la propia sociedad.


El Padre envió a Su Hijo para revelarnos lo que es ser un hombre; y la totalidad de esa revelación nace de la Cruz. Nos dijo que fue por esa razón que Él vino al mundo y que ese era Su más grande deseo. Cada momento de Su vida en la tierra es una revelación del misterio de lo que significa ser hombre para entregarse a sí mismo por completo. Aquí reposa la masculinidad en su totalidad. Cada hombre Cristiano debe estar preparado para mantenerse firme sobre la brecha, entrar en combate espiritual, defender a la mujer, a los niños y demás contra la adversidad y asechanzas del demonio.

“Jesucristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la plenitud de su vocación.”

- Gaudium et Spes, 22.

Sólo podemos construir una fundación sólida para nuestra masculinidad sobre la roca, Jesucristo. Lo vemos como la expresión de la masculinidad, para ser transformados en Él, para ser los hombres que somos llamados a ser, y para dejar que otros lo vean a Él en nosotros.


El mundo necesita de auténticos hombres valientes y nobles que sean iniciadores, es decir, que sean capaces de salir de sí mismos para entregarse por completo a los demás, porque el alma del hombre y el lenguaje de su cuerpo habla de la generación de la vida, del deseo de proveer, proteger y guiar a los demás.

La verdadera masculinidad se encuentra en la lucha constante por ser cada día más virtuoso, de forjar y trabajar en esa pureza de corazón para poder ser hombres de una sola pieza, sólidos, entregados y custodios del don de los demás.

“La vida del hombre sobre la tierra es lucha.”

- Job, 7, 1.


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