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Foto del escritorEco evangelii

Elegir la Vida Eterna

Siempre he oído hablar de Dios.


He ido a misa y mi familia me ha educado en la fe.


Pero… ¿Quién era Él?


A temprana edad me preguntaba: ¿por qué?, ¿por qué yo sí y ellos no? ¿No puedo acaso vivir como ellos? ¿Los del mundo? Los que la pasan bien…


Ese fue el comienzo de mi batalla interior por cumplir con Dios y con el mundo. Diez mil travesuras, idas y venidas, grupo de jóvenes católicos, fiestas, intereses egoístas, pecados, traspiés, momentos de luz y momentos de mundo. Era cada vez más difícil conformar o cumplir con el peso de dos mundos.

Mi familia siempre me ha educado a mí y a mis hermanos en la fe, pero siempre estaba presente esa rebeldía de algo más, de curiosidad.


Un día conocí a un chico y no sabía si él era para mí, y temía que me lastimara, entonces una noche le pedí a María que ella me indicara, me diera “una señal” al respecto, como si fuera un acto de magia. A los pocos días salimos temprano a caminar por el parque y en uno de los bancos de plaza junto al río encontré un hermoso rosario de madera con un bello olor a perfume, sin dudas que era ella, un regalo de la María, ya indicándome el camino a rezar por aquella relación.


Pasó el tiempo y dejé de rezar y de poner todo en sus manos, comencé otro grupo de jóvenes que me enseñó a permanecer y perseverar en la fe, a emprender el camino, pero aún tenía curiosidad y seguía intentando conformar a aquellos mundos, tenía un noviazgo inestable, una fe frágil, dudas y altibajos; tan pronto llegó la JMJ Río 2013 y mi madre me convenció de ir, así que emprendimos el viaje con mi hermana y un grupo de jóvenes de la ciudad. Vivimos juntos muchas cosas y gracias de Dios como la conferencia del Papa en San Sebastián donde pasamos toda la noche sin dormir, allí el Papa nos dijo “hagan lío”, era una locura de jóvenes, el mensaje, todo lo era y sin dudas sentí en mi corazón que era algo especial, algo grande estaba por venir.


Luego entre risas, cosas nuevas, amigos nuevos, bailes, charlas y risas entre millones de personas de todo el mundo, llegó la noche de la vigilia en la playa. Esa velada fue increíble porque descubrí que había alguien por quien valía la pena todo, no era la gente en el escenario, ni los músicos, ni el mismo Papa… sino que era Jesús, Jesús Eucaristía expuesto en el Santísimo Sacramento con toda una multitud en la playa repleta, en silencio y de rodillas rezándole y adorándole.


Gente de todas las edades y nacionalidades, hubo un momento donde comencé a escuchar una canción que sonaba agradable, tierna y familiar (confieso que jamás la había escuchado antes), el artista cantaba de rodillas, suavemente, de corazón y rezándole al Señor, con sus ojos fijos en Él y de espalda a la gente, sólo mirándolo a Él. Esto me llamó muchísimo la atención y esa canción que cantaba tocó fuertemente mi corazón, siempre tuve dificultad de entender el inglés rápidamente, pero esta vez lo entendí, me puse de rodillas, escuché, canté, lloré y por primera vez entendí que había alguien más grande que todos los que estábamos allí, una presencia grande, un Dios presente, un Dios Omnipotente.


Después de la JMJ mi vida continuó con los similares altibajos de siempre pero ya con otro sabor, no miento, hubo múltiples cambios, mala racha en los estudios, cambios de trabajo, comencé a ir a muchas fiestas. Ese era mi nuevo mundo y fin. Sentía que era así “feliz”.


Un día fui a un multitudinario festival en el que estaba divirtiéndome mucho y por dentro pensé: “es esto lo que me hace feliz, es esto lo que estaba buscando” y una voz resonó dentro mío y me contestó con enojo: “¿Es esto? ¿Es esto lo que quieres para vos? ¿Esto te hace feliz?” No sabía de dónde venía la voz o que era, pero esa falsa felicidad que sentía se borró de mí en ese mismo instante.


En el 2016 se acercó el viaje a la JMJ Cracovia y creo que el Señor seguía llevándome porque aún no me convertía. Aquello fue muy especial, recorrimos múltiples lugares santos, celebramos misa diaria y rezamos todos los días. Comencé a sentir interés por la vida de los santos y también tuve la gracia de visitar el pueblo de JP2, lo que fue una gran luz en mi camino.


Para el 2017, surgieron muchos nuevos cambios: trabajo nuevo, últimos años de carrera y otra visión, pero ¿saben? Tenía un vacío en mi corazón que cada vez era más difícil de llenar, de verdad con nada lo llenaba, ni fiestas, ni alcohol, ni salidas, compras, nada.


Un día una amiga me invitó a ir a misa entre semana, a una iglesia que estaba cerca de mi trabajo y no había oído hablar de ese lugar, automáticamente pensé: “¿Ir a misa en un día de semana? ¡Pero si a misa vamos los domingos!” … y le dije: “Vamos a misa si luego vamos a tomar un café…” y desde ese día todo cambió, empecé a ir cada vez más seguido, al principio los viernes por el Sagrado Corazón, pero como tenía miedo de olvidarme de asistir, empecé a ir todos los días.

Luego de la misa comenzaba la adoración eucarística. Al principio no asistía, pero de a poco el Señor fue derrumbando mis paredes y he llegado hasta permanecer horas en oración. No era algo tan terrible como pensaba. Me ha costado mucho, pero también me ha fortalecido mucho, toda pena, tristeza, angustia, alegría, locura…todo lo dejaba a Sus pies y cada día era más sencillo. Es un proceso que aún sigo viviendo y viviré siempre, pero esta vez siempre con Él y Él conmigo. No puedo huir como antes porque nada volvería a tener sentido.

El Señor con Su gracia ha hecho cosas que a mis ojos humanos eran imposibles. Perdóname Señor, por ser tan cabeza dura, enséñame a estar siempre dispuesta a lo que me pidas y ser un puente para que los demás se acerquen a Ti.


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