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La oración escrita

Desde niños o adolescentes muchos de nosotros seguramente llevábamos un diario en el que anotábamos un sin fin de cosas, muchas de ellas son ya datos irrelevantes, pero en esos momentos pudieron haber significado la diferencia entre sobrevivir o no al día siguiente en la escuela... ¡claro! Según nosotros y nuestra potente imaginación infantil.


Escribíamos acerca de todo y de nada: quién nos gustaba en el colegio, quiénes eran nuestros mejores amigos, los secretos que nos contaban los compañeros de clase, las cosas que no queríamos olvidar, uno que otro poema que nunca rimó bien y ¿por qué no? Una que otra carta de amor que no fue entregada a su destinatario pues nunca salió de aquellas hojas.


En pocas palabras, un diario era aquel lugar seguro en el que podíamos expresarnos de manera abierta y que nadie más que nosotros podía leer. Probablemente pocos seguimos llevando un diario, creo más bien que muchos ya abandonamos la práctica de escribir en algún lugar especial, posiblemente otros nunca lo han hecho o puede ser que siempre tuvieron la intención pero nunca se animaron a comenzar. Independientemente de tu situación actual, quiero platicarte acerca de los frutos y bondades que te puede traer el llevar un diario, pero no cualquiera sino uno espiritual.


¿Qué es un diario espiritual?


Es como cualquier otro diario: el lugar seguro en el que puedes expresarte abierta, libre y auténticamente. Solo que a diferencia de escribir las trivialidades de la vida cotidiana, escribiremos pensando que será tanto para nosotros como para Dios. Y, ¿qué escribiremos? Realmente pueden ser muchas cosas, de hecho puede ser lo que quieras; más adelante te dejaré una lista de aquellas reflexiones que puedes escribir en tu diario espiritual, pero primero nos enfocaremos en ¿cómo escribir en él?



Para empezar, no olvidemos que un diario es algo íntimo, algo a lo que solo nosotros tenemos acceso, así que no hay que dejar que las inhibiciones nos frenen a la hora de escribir. Ahora, es recomendable que antes de empuñar la pluma y usarla, nos pongamos en presencia de Dios, puede ser invocando una sencilla oración pidiéndole claridad o bien pidiendo al Espíritu Santo Su luz para poder plasmar nuestro corazón en el papel. Ya hecho lo anterior necesitaremos (casi siempre) usar algún "detonante para la reflexión", es decir, algún texto (puede ser de las Sagradas Escrituras), una oración, algo que te haya dicho el sacerdote durante el sacramento de la reconciliación, una parte del libro que estés leyendo de algún santo, los recuerdos de la última charla con tu director espiritual (para los que ya son "pro" en esto), o la reflexión de ese podcast católico que escuchas durante el día. El punto es que, pongas tu mente y corazón en clave de oración y reflexión, que puedas entrar en un silencio orante en el que Dios, a través de lo que has leído o escuchado, te hable y te aconseje.


Posteriormente, cuando estemos listos y en modo reflexivo, comenzamos a escribir todo aquello que vaya haciendo eco en nuestro corazón, aquellas cosas que nos hicieron sentir bien o que nos incomodaron con la reflexión que hicimos. Todos esos pensamientos y sentimientos que van poco a poco aflorando de nuestro corazón y de nuestra conciencia que es el lugar más íntimo de encuentro con Dios. Es muy importante que mientras escribas no te juzgues, si lo haces te costará trabajo avanzar y seguir escribiendo. Recuerda que además de ti mismo, solo Dios leerá aquellas lineas y ten por seguro que las leerá con mucho amor. Así que no tengas miedo ni limitaciones, escribe y sé tú mismo en cada palabra y línea que dejes escritas en el papel.


¿Qué podemos escribir en el diario espiritual?


No te preocupes demasiado, además de lo que ya describí en los párrafos anteriores te puedes ayudar de alguna o algunas de las siguientes ideas para escribir:

  • ¿Qué me quiere decir Dios con el Evangelio de hoy?

  • ¿Cuáles fallas quiero mejorar? ¿Cuál es ese pecado que no puedo vencer y por qué?

  • Pide a Dios su ayuda, consejo y guía para resolver ese problema que nubla tu mente y corazón.

  • Comparte alguna alegría o tristeza que hayas experimentado y hazlo pensando en cómo notas la mano de Dios en ello.

  • Escribe lo que te hizo pensar y/o sentir la homilía que predicó el sacerdote durante la Misa y cómo se refleja en tu vida diaria.

  • Cuéntale acerca de las tentaciones que te acosan, pídele que te ayude a librarlas.

  • Ofrece a Dios, a manera de oración, algunas palabras que expresen lo mucho que lo amas o por el contrario, lo mucho que aún sientes que te falta para amarle como deseas.

  • Trata de responder a la pregunta ¿cómo hice presente a Dios hoy en mi día? o ¿qué me faltó para hacer presente a Dios hoy?

Como puedes ver, las cosas que pueden ir en tu diario son muy diversas, lo importante es que las escribas honestamente y a la luz que Dios te dio en esos momentos. No hay reglas escritas para llevar un diario, es tan tuyo y de Dios, personalízalo como lo desees. Tampoco te preocupes por la frecuencia con la que escribas en él, si lo quieres y puedes hacer diario está perfecto, pero si lo quieres hacer cada domingo o cada jueves o el día que te sientas llamado; también está perfecto. En estas cosas no es recomendable forzar nada, deja que tus pensamientos y sentimientos vayan fluyendo a su ritmo natural, llegará el día en que te sientas llamado a tener esta comunicación única con Dios y lo querrás hacer con mucha mayor frecuencia que cuando iniciaste. 



Por otro lado, considera que algunos también optan por usar diarios espirituales que ya vienen preparados con algunas preguntas, reflexiones y lecturas que sirven para tu propia reflexión. Pero ya es cuestión del gusto, creatividad, comodidad e incluso el bolsillo de cada quien, aunque personalmente creo que es más rica la experiencia si lo haces tú mismo.


¿Qué frutos puedo obtener?


En primer lugar te ayudará a construir una relación más estrecha contigo mismo, es decir, te conocerás mejor y muy probablemente harás catarsis con las cosas que vayas escribiendo así como también podrás aprender de tus propias experiencias al releerte. En segundo lugar, contribuirá a que tengas una relación más cercana con Dios, pues lo que escribas en tu diario será básicamente otra forma de comunicarte con Él, ya que estás abriéndole tu corazón en oración. Otro fruto importante de esta práctica es que, irás perfeccionando en buscar (y encontrar) ese silencio que te permita escuchar Su Voz, verás que poco a poco querrás buscar ese momento de paz en tu día para ponerle pausa al mundo y escribirle a Dios lo que hay en tu mente y corazón.


"Dios sabe perfectamente qué es lo que te duele, lo que necesitas y cómo es que te lo irá procurando poco a poco".


Hay tantos posibles frutos como personas y necesidades en el mundo, pues el amor de Dios por nosotros sus hijos es único e infinito y eso es algo que nunca cambiará.


Existen muchos ejemplos de santos que, en vida llevaron un diario espiritual. Algunos de esos diarios los podemos leer en la actualidad pues se consideran grandes testimonios de vida espiritual, mística y cercanía a Dios. ¡Qué tal que el iniciar tu diario espiritual sea el primer paso en el camino a tu santidad! Solo Dios sabe. Yo simplemente te dejo un consejo; haz la prueba, si te gusta y notas que te está ayudando, persevera; no tienes nada que perder, a Dios por conocer y todo un cielo por ganar.

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