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  • Foto del escritorOmar

Como lobos entre ovejas

El Evangelio nos narra que cuando Jesús envía a sus discípulos Él sabía perfectamente que los estaba mandado como si fueran ovejas en medio de lobos. Es decir, Jesús sabía perfectamente las condiciones a las que se enfrentarían los apóstoles y los primeros cristianos. Conocemos bien la historia de aquellas primeras comunidades cristianas, las persecuciones de las que fueron presas, los destierros, martirios y el tener que vivir la fe de manera secreta a costa de la vida misma.



Para muchos hermanos cristianos la situación no ha cambiado del todo. Hay países en donde la fe católica es perseguida e incluso prohibida y sus fieles son asesinados, desterrados, aprehendidos y encarcelados, etc. Por otro lado, para muchos de nosotros que no tenemos que enfrentarnos a ese tipo de persecuciones violentas, nos enfrentamos en cambio al señalamiento social, a la burla, a agresiones verbales y en casos extremos a la marginación por la manera en que hemos decidido vivir nuestra fe en Cristo. Nada de esto es nuevo para ti seguramente, todos hemos sido objetos en algún momento, de algún tipo de señalamiento por el simple hecho de ser católicos.


Pero, no quiero enfocarme en todos esos lobos que acechan y que persiguen desde el inicio de la cristiandad... quiero voltear un poco los reflectores y apuntarlos hacia nosotros mismos. Quiero que nos detengamos unos minutos y pensemos en todos esos momentos en los que no hemos sido ovejas sino lobos. ¡Sí, leíste bien! Estoy seguro que todos nosotros hemos sido lobos en algún momento o circunstancia de nuestras vidas, es más, puede ser que algunos seamos lobos constantemente en ciertas situaciones como en el trabajo, en la escuela, en nuestro grupo parroquial o con algún familiar con el cuál no queremos llevar una buena relación.


Es social y psicológicamente natural que sea más sencillo vernos siempre como víctimas y no como victimarios. Sin embargo, el que nos falle esa parte de nuestra auto percepción no quiere decir que no nos comportemos de esa manera en algunos momentos. Aquí aplica aquel gran argumento de Jesús cuando salva a la mujer adúltera de ser apedreada por los fariseos: "...quién esté libre de pecado que arroje la primera piedra". Aquel que me diga que nunca ha sido un lobo en su vida simplemente está mintiendo; disculpen la rudeza de la afirmación pero así es la verdad: dura.



Regresemos ahora al pasaje del envío de los apóstoles: Jesús les dice que sabe que los manda como ovejas en medio de lobos, y diciéndoles eso, además de advertirles de las dificultades por venir, implícitamente también les está pidiendo que sean como ovejas, es decir, dóciles y fieles al pastor. Que estén dispuestos a dar la vida cuando el pastor los llama, que tengan plena confianza en la voz que los guía al redil y los mantiene cerca. Sabemos que la oveja que se separa del rebaño se pierde, por lo tanto también nos está pidiendo que como ovejas permanezcamos juntos, como un solo rebaño teniendo a un solo pastor. Es sin duda una bellísima pre-configuración de la Iglesia futura y de lo que serían los tiempos de persecución venideros.


¿Lobo estás ahí?


Quisiera contestar por siempre con una negativa a esa pregunta: "no, no estoy". Pero sé que todos tenemos a un lobo dentro, es parte de la concupiscencia que nos inclina a pecar ante la debilidad. Esa condición que nos tienta a ponernos por encima de las ovejas y en lugar de ser una más, luchamos contra ellas. Nos enfrentarnos contra el hermano por envidias, codicias, malos entendidos, orgullos, rencillas, vanidades, pleitos sin sentido y como hemos visto en la historia de la humanidad, guerras.



Así es, el lobo en potencia que todos tenemos dentro vivirá con nosotros siempre pues es nuestra propia debilidad humana y si nos dejamos guiar por ella solo nos llevará a convertirnos en todo eso de lo que Jesús advirtió a sus enviados.


La reflexión que quisiera poder poner en sus corazones y mentes es que pese a que todos hemos sido lobos en algún momento, nos forjemos el propósito de no serlo más de ahora en adelante. Que nos propongamos ser como esas ovejas que escuchan la voz del Señor y son guiadas por Él. Propósito de permanecer juntos como Iglesia y ser parte no solo de mi propia salvación sino también de la salvación de mi hermano, de mi prójimo. E incluso dar un paso más adelante y ser parte de la santificación de aquellas personas con las que comparto mi vida, darles un testimonio tal que si están lejos del redil, esas ovejas perdidas quieran regresar por el simple hecho del ejemplo que nosotros les demos. Que vean que el ser ovejas del pastor Jesús no solo se expresa con ir a la misa dominical y a las fiestas de precepto, sino que vean que es una manera de vivir teniendo la certeza de que la voz que nos guía nos salvará de los lobos del mundo y nos dirige día a día hacia la santidad.


En la Biblia encontramos muchos textos que hacen referencia a las ovejas, al rebaño y al Señor, y es de esperarse pues los hebreos fueron un pueblo que se dedicaba principalmente al pastoreo. Y dentro de ese gran legado que heredamos de nuestros hermanos judíos, quisiera poner para finalizar un extracto del Salmo 23 (El Buen Pastor) que hace referencia a esa paz que da dejarse guiar por Dios.


"Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan" (Salmo 23, 4).


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