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¡Levántate Rápido!


Existen historias dentro de la Biblia que parecen de ciencia ficción, una de ellas es el episodio del libro de Hechos de los apóstoles, capítulo 12 del versículo 6 en adelante, donde Pedro se encuentra preso, estaba atado con dos cadenas y lo vigilaban 2 soldados. Dice la palabra que estaba custodiado por 16 soldados y que Herodes estaba esperando algunos días para hacerle un juicio público, donde lo más probable luego de resultar culpable, sería que lo mataran a espada como a Santiago el hermano de Juan.


Pero, ¿en que se parecen estos hechos a nuestros días, a ti y a mí hoy?, pues estamos en medio de una pandemia que amenaza diciendo que es cuestión de tiempo o un descuido para infectarnos, nos podemos sentir rodeados por 16 soldados de nuestros miedos, encadenados por nuestra ansiedad y durmiendo en medio de la depresión y la incertidumbre de lo que pasará. Es muy común que nuestra salud mental se vea afectada, por desear estar bien, pero también sobre todo que los que amamos estén bien, por tener lo necesario para sobrevivir, empezando por comida, hasta una atención médica en caso de enfermarnos.


La palabra continúa relatando que de pronto un ángel apareció en la celda y se llenó de luz, tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: ¡Levántate rápido!; así nos sucede cuando cedemos a la desesperanza, nos quedamos dormidos en medio de nuestra calamidad y nos sentamos a lamernos las heridas, todo se oscurece y la falta de luz nos ahoga, incluso callando nuestra oración. Fijémonos en qué es lo primero que sucede luego de que entra el ángel a la celda: se enciende una luz, porque eso es Dios en nuestra vida, se encendió de nuevo la esperanza, pero no sólo eso, sino que lo manda a despertar rápidamente, lo manda a salir de ese estado de pasividad que tenía, lo manda a levantarse.


Una vez que se levanta, entonces es cuando las cadenas se caen de sus manos, en ese momento cesó la opresión del enemigo, le dijo que se vistiera y se colocara las sandalias, eso recuerda mucho el episodio del hijo pródigo cuando el padre manda a vestir al hijo que llegaba, no sólo le devuelve su esperanza, sino que también le regresa su dignidad con el vestido y el calzado en sus pies, Dios le recuerda que es su hijo.


El ángel le dice que lo siga y Pedro lo hace, pero aún tiene dudas, pensaba que no era real, caminando detrás del ángel se empezaron a abrir todas las puertas hasta llegar afuera de la prisión, caminaron una cuadra y el ángel desapareció. Quiero hacer énfasis en que muchas veces nuestra mente es la primera prisión, es el lugar donde el enemigo nos tiende trampas y nos encierra en un terrorífico cuarto de espejos donde vemos nuestro reflejo distorsionado, donde pensamos que perdimos nuestra dignidad de hijos por creer las mentiras del enemigo. Ese lugar es donde se libra la primera batalla, es allí en nuestra mente donde no debemos dejar que nos gane la tristeza y la melancolía, la depresión y la ansiedad y todos esos soldados del enemigo que vigilan que no podamos escapar. La palabra de Dios, la oración personal o la oración de los amigos y familiares son ese ángel que Dios envía para sacarnos de esa prisión. Aunque pensemos que salir de allí es imposible, o que sólo sería realidad en nuestros sueños, debes saber que es verdad.


Hoy Dios que conoce por lo que estás pasando, por lo que estás lidiando en esta época tan difícil que nos tocó vivir en todos los aspectos, te dice: Levántate rápido, vístete, ponte el calzado y sígueme. Sal de ese estado que te tiene dormido en la prisión de tu opresión y respira la libertad de los hijos de Dios, siente la seguridad de saberte bajo su manto, bajo su cuidado y que se restaure la esperanza en tu vida.

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