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Virtudes que me ayudan en mi vocación

Aprendiendo del santo del silencio.


Hermanos, hablaré acerca de un hombre sobre el que casi no hablamos y su papel ha sido de suma importancia para la Iglesia. ¿Sabías que sin él, el plan de salvación tampoco hubiera sido posible? Los evangelios casi no lo mencionan, fue un hombre humilde y silencioso que sirvió a Dios.


Seguramente muchos de ustedes ya saben de quién estoy hablando. Pero para todos aquellos que aún no se hayan percatado, déjenme decirles que estoy hablando nada más y nada menos que de San José, esposo de Nuestra Madre María y padre adoptivo de Jesús. San José es un hombre sobre el que sabemos poco, incluso lo poco que sabemos se ve constantemente desdibujado por algunas tradiciones de las que no se tiene certeza. Se dice que era un hombre anciano cuando desposo a la Virgen María aunque no se puede asegurar.


Lo cierto es que hay virtudes que podemos conocer de San José, esas que lo llevaron a ser el hombre que Dios escogió para que cuidara a Su Hijo amado. Virtudes que lo han convertido en patrono de la Iglesia universal, de las mujeres embarazadas, de los seminaristas, de los padres de familia, de los viajeros y algunos otros patronazgos que con el tiempo se la han dado. Dichas virtudes son, para todos nosotros creyentes, un modelo para vivir plenamente nuestra vida cristiana y nuestra vocación.

San José era un hombre justo. Podemos diferenciar dos tipos de justicia en él. Primero en el Evangelio según San Mateo se nos presenta como un «hombre justo según la ley» un hombre que cumple y obedece los mandatos de su pueblo. Sin embargo, San José decide no denunciar el embarazo de la Virgen María y después del sueño en el que se le anuncia que el fruto de ese embarazo es el Hijo de Dios, San José lo acepta y se convierte en «un hombre justo según el plan de Dios». La importancia de esta distinción se encuentra en que San José opta por obedecer el plan de Dios, por ser partícipe de su plan de salvación antes que seguir el plan de los hombres, mismo que le exigía denunciar a la Virgen María.


Otra virtud de San José es su valentía. Porque precisamente ser justo a los ojos de Dios le exigió la valentía de aventurarse en lo desconocido. Tuvo la valentía de seguir el plan de salvación que Dios le indicaba pese a que esto implicaba salir de su zona de confort. Fue seguramente un gran reto para San José renunciar a lo que conocía y huir a una tierra extranjera para salvaguardar la vida del Hijo de Dios. Su actuar no puede comprenderse sin la valentía que da la confianza plena en Dios.


Esto nos lleva a otra de las virtudes de San José, él era un hombre trabajador. Tal vez suene un poco gracioso pero, no me imagino a San José siendo un procrastinador. Eso probablemente hubiera acabado con el plan Dios para él. San José fue un hombre activo, un hombre de acción que, apenas el ángel de Dios se le manifestó, se puso en marcha. Sabemos por las tradiciones de la Iglesia que, San José era un carpintero, un trabajo muy demandante que requiere de gran dedicación y atención en los detalles. Podemos intuir por estas tradiciones que le enseñó a Jesús a trabajar. Hay una reflexión que una conocida hizo y me hace mucho sentido: Si San José no le hubiese enseñado su oficio de carpintero a Jesús, si no lo hubiese enseñado a trabajar, tal vez, a Jesús en su condición humana le hubiese costado más trabajo cargar con la cruz. El sentido de esto es que el trabajo aunque no lo parezca nos acerca a cumplir la misión que se nos ha encomendado.


De esta manera tenemos en San José a un hombre justo que supo escuchar el plan de salvación de Dios, un hombre valiente que se lanzó a cumplir la voluntad de Dios pese a lo difícil que esto pudiera resultar y un hombre trabajador que con sus obras diarias se acercó cada día más y preparó a los que lo rodeaban para cumplir su misión.


Estas tres virtudes, se ven enaltecidas en San José con su silencio y su humildad. Su silencio es un silencio activo, aunque no tenemos en los Evangelios evidencia de dichos de San José, queda claro que sus acciones son las que hablaban por él. San José es un hombre que no se pierde en la elocuencia del discurso, sino en la simplicidad de las obras. Al mismo tiempo su humildad y docilidad lo convierten en un modelo de vocación.


Las virtudes de San José son virtudes que si nosotros imitamos nos llevarán a comprender mejor la voluntad de Dios para nuestras vidas.


Pero, no solamente eso sino que, nos darán la fuerza para lanzarnos al mundo, para ser siervos humildes y silenciosos que trabajen día con día en la edificación del plan de salvación de Dios. Desde el llamado concreto que se nos ha hecho.

Hace algunos años, en la capilla de San José dentro de la Basílica de Guadalupe, llegó a mi corazón una pequeña oración que ahora quiero compartirles:


Señor, dame pureza de corazón para escuchar Tu Voz, sabiduría para comprenderla y, valentía para cumplir Tu Voluntad. Amén.


¡Paz y Bien!

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