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Los engaños del progresismo

Quizá la primera falta a la verdad del progresismo, radica en su mismo nombre. Pretende defender una vanguardia que lejos de poner a la humanidad en un estadio de mayor plenitud y realización, más bien supone tremendos retrocesos en la dignidad de la persona y de las instituciones que ha forjado la civilización occidental por milenios.


Se suele calificar de "progresista" a aquella postura (no pocas veces radical en en el fondo, aún que luzca atrayente en la forma) que se centra en la promoción de ciertos "valores" que son contrarios, no solamente a los que abriga el Cristianismo, sino incluso en general a muchos en los que se sustenta la civilización actual.


Entre sus premisas principales, tienen un lugar "privilegiado" las siguientes:


La promoción del aborto como un "derecho" o conquista de la mujer.

  • La denostación y degradación del matrimonio natural.

  • La eutanasia (disfrazada de compasión hacia el enfermo terminal).

  • La degradación de la sexualidad como un bien natural y sobrenatural.

  • El desarraigo de las personas hacia sus raíces e identidad, llegando a ridículos como por ejemplo, el de pretender implantar un lenguaje supuestamente "inclusivo" pero que en el fondo busca desacreditar las reglas de un idioma con siglos de perfeccionamiento.


¿Y cómo fue que llegamos a este punto?


La civilización ha pasado históricamente por diversas épocas o eras, en las que inevitablemente se dan ciclos de verdadero progreso (no como el que nos ocupa ahora), tanto en lo económico, en las artes, en lo social, en lo tecnológico, y así sucesivamente, pero luego -en una ley como de péndulo- comenzar con un proceso de declinación que no está exento de degradación en aspectos fundamentales como la moral, la ética, y en general lo relacionado a los valores humanos. Quizá uno de los casos más traídos a colación es el de la boyante Roma que pasó del esplendor a la total corrupción y de excesos.


No es de escandalizarnos, pues, que a etapas de relativa bonanza y paz (como se vivió en la postguerra de los años 50s a los umbrales del nuevo milenio) ahora le sigan corrientes de falso humanismo que más bien pretende, perversamente, generar un "nuevo orden mundial".


Por todo el mundo se replica la insatisfacción, el fastidio, la búsqueda de experiencias nuevas. Todo esto como resultado de una sociedad en la que los individuos, con la tecnología y los medios a su alcance que tiene hoy a la mano, le seduce con amplias posibilidades como la realidad virtual, las carreteras de información, la inmediatez de las comunicaciones, entre otras muchas. Se llega a afirmar por estudiosos que el 80% de la población de hoy está por encima del umbral de la pobreza extrema, contra un 20% que solamente lo estaba hace 100 años, aún así, lo que crece cada vez más y más en la población son las expectativas de ser y tener, al tratar de imitar modelos que se le presentan todo el tiempo en las diversas redes sociales.


¿Cómo es el disfraz de oveja de este lobo?


La estrategia se repite una y otra vez: con fachadas de bienes comúnmente aceptados, se encubren intenciones bien calculadas para sus fines retrógrados. Por ejemplo, se promociona el "lenguaje inclusivo" como una forma de equidad entre hombres y mujeres (igualdad que no está ni siquiera en duda, al gozar tanto hombres como mujeres de la misma dignidad de ser hijos de Dios) para resultar atrayentes. Sin embargo, pronto pasamos del término correcto según la RAE de "todos" (que abarca a ambos géneros y de ninguna forma es privativo del género masculino) al "todas y todos" (buscando ser "incluyente") al no menos ridículo que incorrecto "todes". ¿Se entendió la maniobra? Un famoso pensador mexicano decía que de joven entendía el concepto de libertad como unas alas para volar, pero fue al llegar a la edad madura cuando comprendió que la verdadera libertad se debía entender más que con alas, con raíces, con sus raíces. Y es ahí donde se hace tentador para los promotores del nuevo orden mundial el dinamitar elementos clave de una cultura, que forman parte de las raíces o por decirlo en un aspecto más amplio, de la identidad de un individuo, como lo son el lenguaje, el arte, las tradiciones entre otros muchos.


Otro ejemplo evidente pero que a muchos les pasa desapercibido: Las grandes transnacionales que han hecho del crimen del aborto toda una triste industria, se presentan en los países más pobres como "promotores de los derechos de la mujer a decidir". Justo el uso de eufemismos es una de las fórmulas más socorridas por estas tendencias: llamar "interrupción voluntaria del embarazo" al aborto, denominar "matrimonio igualitario" a la unión civil en la que no hay por naturaleza una madre y un padre y por tanto resulta inexacto el usar el término matrimonio. O llamar "muerte digna" al suicidio asistido o incluso asesinato de un enfermo terminal. Y así corre una larga lista.


Y entonces, ¿de dónde ese nombre de "progresista"?


Justamente en el juego de eufemismos, se intenta equiparar estas posturas a un "avance" o entrada de la humanidad a una nueva era (¿te suena el término new age?) que presupone un desprendimiento de viejas tradiciones, que en esa misma refriega de confusión, se le tilda de sociedad "machista", "patriarcal" y toda una serie de calificativos convertidos en epítetos que claramente ganan popularidad por sonar como con cierta lógica o sentido, pero que en el fondo tratan de denostar cierto tipo de instituciones que son base de nuestra cultura milenaria. Sin embargo, te invito a reflexionar:

  • en realidad, ¿es un avance de la humanidad el que una madre tenga todas las facilidades para asesinar a su propio bebé?

  • en verdad ¿piensas que la disolución de instituciones como el matrimonio, el cual garantiza la supervivencia de la especie (como lo ha venido haciendo por miles de años) es un "avance" del género humano? ¿No significaría más bien su extinción?

No hago conclusiones en este momento, te invito a que hagas las tuyas propias.



Un sacerdote platicaba esta anécdota: viajando por una carretera rural de la España de mediados del siglo pasado, notaba cómo a la vera del camino se colocaban una especie de palos o postes de color rojo. Así las cosas, le parecía un poco extraño y se sugería no tener ningún sentido. Luego un paisano del lugar le hacía saber que visto así, en la tranquilidad de un soleado día de verano ciertamente carecía de sentido, pero que llegando el invierno, y la traza de la carretera quedaba oculta por las tormentas de nieve, esos postes sí que cumplían una vital función: llevar a la persona al destino final por el camino adecuado. Y decía entonces el sacerdote que esa era la mejor analogía para entender los valores morales: cuando todo resulta holgado y sin apuros, parecieran estar "como de sobra". Pero que en los tiempos oscuros o tormentosos, ¡no cabe duda que son la única forma para guiarnos por el camino correcto!


Así las cosas, ¿cómo debo actuar?


La persona, en su libre albedrío, tiene en sus manos el poder de la decisión de su proceder. Sin embargo, ha sido dotada de inteligencia y voluntad, como reza el dicho en latín "Lumen Sapientae, Virtus Cordis" ("luz del conocimiento, y virtud de la voluntad"). Por eso, podemos dejar como planteados algunos puntos de referencia y de utilidad:

  • un esfuerzo genuino y noble de formación personal y espiritual, y en valores, te permitirá discernir con mayor facilidad si tienes ante tí un lobo con piel de oveja o una planteamiento cristianamente ordenado.

  • usa tu razón, pide la inspiración del Espíritu Santo, y pon en juego tu voluntad para orientarte al bien que ha demostrado ser bueno ¡por siglos!

  • no te dejes llevar por modas, si es que estas no te conducen a ser mejor persona, mejor cristiano.

  • ahonda más en los valores tradicionales de nuestra cultura occidental: el trabajo, la familia, el matrimonio, la masculinidad, la feminidad, el cuidado de la creación, el cultivo de las bellas artes, y sobre todo la gran tradicional cristiana de nuestra religión católica. No solamente hablamos de prácticas religiosas, que lo son muy valiosos, sino hasta de sencillas pero efectivas prácticas como el cultivar la lectura, o hasta lo que de niños nos recomendaban, por ejemplo, tomar el diccionario todos los días y proponerte aprender 3 nuevas palabras cada día.

Confío que estas líneas ayuden a despertar en tu persona un fuerte deseo por no dejarte guiar por posiciones que prometen felicidad y "progreso" pero que demuestran solamente producir insatisfacción, desánimo y retroceso.


Dios nos quiere felices y nos da la pauta para lograrlo, ¡no dejes que los engaños de estos lobos te confundan y arrastren fuera de ese objetivo de nuestro Padre!

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1 Comment


Estimado Oscar.


Te volaste la barda con tu reflexión, muy valiosa y certera.

Tienes toda la razón, debemos cultivar los valores morales de nuestra Santa religión.

Lo que pretenden con todo esto del progresismo, la nueva era, el nuevo orden económico mundial, la ideología de género, etc., etc. es terminar con nuestra cultura cristiana.

Te recomiendo a tí y a todos los usuarios de esta bella pág. vean los videos del Dr. Juan Bosco Abascal y del Dr. Pablo Muñoz Iturrieta, grandes católicos con valores.


Te felicito por tu aportación.

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