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Rescatista del Purgatorio

Actualizado: 28 jul

Nuestra Señora del Monte Carmelo es el título de la Virgen María como patrona de la Orden Carmelita, que inició en el Monte Carmelo hace más de 800 años, a la orilla del puerto de Haifa al norte de Israel, cerca de Nazaret y Líbano. Nuestra Señora del Monte Carmelo es vista con mayor frecuencia con el escapulario café, un sacramental vestido alrededor del cuello. El escapulario es una oración silenciosa con la que le decimos a María durante el día que la veneramos, la amamos y confiamos en su protección.


Vista aérea del Monasterio de Stella Maris de las carmelitas descalzas, Monte Carmelo, Haifa, Israel.
Vista aérea del Monasterio de Stella Maris de las carmelitas descalzas, Monte Carmelo, Haifa, Israel.

Antes de continuar con el tema de este artículo, comprenderemos rápidamente lo que es un sacramental. Un sacramental es «un signo sagrado que imita los sacramentos expresando efectos espirituales» (CIC, 2a Parte, 2a Sección, Cap. 4, Art. 1, n.1667). Nos disponen a recibir los sacramentos y a vivir en gracia. Son instituidos por la Iglesia en orden a la santificación de los fieles y de los miembros de órdenes eclesiales.


Los sacramentales son signos sagrados que nos ayudan a prepararnos para recibir la gracia del Espíritu Santo y santificarnos en las distintas circunstancias de la vida.


Imagen de Nuestra Señora del Monte Carmelo, Monasterio Stella Maris
Imagen de Nuestra Señora del Monte Carmelo, Monasterio Stella Maris

Cuando decimos que el escapulario es un sacramental, nos referimos al signo que nos predispone a recibir la misericordia de Dios: a purificarnos y permanecer en su gracia. Es decir, a recibir los sacramentos de la Penitencia y Unción de enfermos. Es de igual manera un signo de especial protección de Nuestra Señora con sus hijos devotos, pues es Ella el modelo de correspondencia a esa gracia de Dios. El escapulario debe ser de tela café bordada con tiras o cintas que cuelgan sobre los hombros, o bien una medalla de oro o plata (siempre que esté conformado por las imágenes de Nuestra Señora del Carmen de un lado y el Sagrado Corazón de Jesús por el otro).


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Protección prometida

Retomando el tema, esta devoción tiene su origen en el profeta Elías, pues fue en dicho monte donde demostró y proclamó el poder de Dios, haciendo el llamado a una vida de fidelidad y consagración para obtener la protección del Señor contra los males de este mundo (1 Reyes 18,19 y 2 Reyes 1, 2). San Elías es considerado fundador de los carmelitas, ya que los primeros eremitas constituyeron su vida monástica en el Monte Carmelo queriendo imitarlo y siguiendo sus enseñanzas de vida contemplativa.


Elías alimentado por los cuervos, Giovanni Lanfranco. Óleo sobre lienzo, 1624. Museo de Bellas Artes de Marseilla, Francia.
Elías alimentado por los cuervos, Giovanni Lanfranco. Óleo sobre lienzo, 1624. Museo de Bellas Artes de Marseilla, Francia.

Siglos más tarde, el terreno que hubo de ser preparado por los primeros eremitas dio sus frutos cuando la Virgen María intervino para corregir el camino de santidad que éstos habían perdido. Fue entonces cuando San Simón Stock —sacerdote religioso inglés y uno de los carmelitas menos conocidos de la Orden— recibió el 16 de julio de 1251, de manos de la mismísima Virgen María, el escapulario y las promesas para quien lo usara, siguiendo una vida en gracia y de servicio a Dios y a los demás, propiciando así las reformas a la orden que se dieron durante el siglo XVI.


Simón Stock recibiendo el escapulario de María, Jacob Paulus Roose. Óleo sobre lienzo, 1731. Colección particular.
Simón Stock recibiendo el escapulario de María, Jacob Paulus Roose. Óleo sobre lienzo, 1731. Colección particular.

Rodeada de ángeles le prometió que todo el que vistiera su escapulario sería protegido por Ella, que no le permitiría morir sin los últimos sacramentos y que le recogería en el purgatorio el sábado siguiente de su muerte, lo que se conoce como privilegio sabatino.


Expresado en las propias palabras de Nuestra Señora: 

«El que muera con él no padecerá el fuego eterno».

El escapulario era inicialmente llevado solamente por los religiosos carmelitas, pero con el pasar de los siglos y autorizaciones pontificias, se extendió a otras órdenes religiosas y luego a los fieles laicos que quisieran participar de los bienes espirituales y promesas de la Virgen del Carmen.


Sagrada conversación, Antonio González Velásquez. Óleo sobre lienzo, 1749. Museo de Zaragoza, España.
Sagrada conversación, Antonio González Velásquez. Óleo sobre lienzo, 1749. Museo de Zaragoza, España.

Es impuesto por un sacerdote con una breve ceremonia de imposición bendiciendo el sacramental y al fiel devoto, quien a su vez se compromete a llevar una vida de gracia, penitencia y lucha constante, viviendo la santa pureza y la castidad según el propio estado, y el rezo de tres avemarías de la pureza cada noche antes de dormir, entre otras cosas. El escapulario es impuesto una única vez en la vida y no es un amuleto, sino todo lo contrario, es un recordatorio constante de llevar una vida en la que se acepta amar e imitar de María.


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En este sacramental se cumple la promesa de Dios y de su Madre Santísima de no dejar morir a sus hijos sin sacramentos.


Es un detalle de la Virgen hacia nosotros: su manera de cobijarnos con su manto para estar en el Cielo con Ella por la eternidad.
Virgen del Carmen, Juan Carreño de Miranda. Óleo sobre lienzo, 1655. Iglesia de San Juan Bautista, Zamora, España.
Virgen del Carmen, Juan Carreño de Miranda. Óleo sobre lienzo, 1655. Iglesia de San Juan Bautista, Zamora, España.


La Virgen y el Purgatorio

Como ya hemos hablado en otras ocasiones, el purgatorio es el estado del alma que no ha terminado de purificarse del pecado antes de poder reunirse cara a cara con Dios. Es justo en esa purificación que la Santísima y Piadosísima Madre María nos ha prometido alcanzarnos alivio y socorro ante las penas del purgatorio. Como decía San Josemaría, "el purgatorio hay que saltárselo", pues se sufre penas que no tienen tiempo, que son fuego interior que quema, pero no consume, angustia y tristeza que parecen no tener fin.


La Virgen del Carmen intercediendo por las almas del purgatorio, Francisco de Goya.
La Virgen del Carmen intercediendo por las almas del purgatorio, Francisco de Goya.

Concluimos entonces que, para poder gozar de los privilegios y promesas de Nuestra Señora del Carmen, hay que portar el escapulario viviendo una vida de conversión continua y de santidad perseverante. Portar el escapulario todo el tiempo no es garantía de salvación eterna haciendo lo que nos plazca y olvidándonos de llevar una vida sacramental y de caridad conforme a las enseñanzas de Jesucristo. Sería absurdo y contraproducente que, al morir en pecado mortal —es decir en enemistad con Dios—, la Virgen nos rescatase con facilidad sin haber luchado por merecerlo. 


La promesa de María significa que quien esté a punto de morir, revestido con el escapulario y aún estando en pecado mortal, tendrá tiempo para confesarse y arrepentirse de sus pecados, recibiendo la gracia de la conversión y perseverancia final.


Virgen del Carmen, San José y Santa Teresita de Lisieux con las almas del purgatorio, Pilar Navamuel. Óleo sobre lienzo, 2022.
Virgen del Carmen, San José y Santa Teresita de Lisieux con las almas del purgatorio, Pilar Navamuel. Óleo sobre lienzo, 2022.

Acude a quienes padecen esas llamas del purgatorio la rescatista por excelencia, el faro de los desesperados, la estrella de quienes esperan la misericordia y bondad divinas. Nuestra Señora del Carmen, auxilio de quienes portemos tu escapulario, palma preciosa, flor del Carmelo, ruega por nosotros, y cuando muramos, ¡ven por nuestras almas!




Súplica para tiempos difíciles:

Tengo mil dificultades: ayúdame.

De los enemigos del alma: sálvame.

En mis desaciertos: ilumíname.

En mis dudas y penas: confórtame.

En mis enfermedades: fortaléceme.

Cuando me desprecien: anímame.

En las tentaciones: defiéndeme.

En horas difíciles: consuélame.

Con tu corazón maternal: ámame.

Con tu inmenso poder: protégeme.

Y en tus brazos al expirar: recíbeme.

Virgen del Carmen, ruega por nosotros.

Amén.


1 comentario


TENGO UN ESCAPULARIO DE LA SANTISIMA MADRE DEL CARMELO HACE MUCHOS AÑOS Y QUIEN ME LO COLOCÓ FUE EN ESE MOMENTO EL ARZOBISPO DE LA ARGENTINA, PERO YO LO LLAMABAS PADRE JORGE PORQUE TENIAMOS CHARLAS Y MATES Y CONVERSABAMOS SOBRE LOS PROBLEMAS DE NUESTRA QUERIDA PATRIA, ADEMÁS DE TENER LAS MISMAS IDEAS POLITICAS Y LO SEGUIA JUNTO A LOS PADRES VILLEROS DONDE HACIAN MUCHAS OBRAS DE CARIDAD DESPUES FUE EL PAPA FRANCISCO, Y SE FUE A ROMA, Y LUEGO SE FUE CON DIOS, ERA UN SER MARAVILLOSO Y MUY BUENO, ESPERO QUE JESÚS LO HALLA RECIBIDO JUNTO A ÉL, SIEMPRE CONTINUO REZANDO POR MI QUERIDO PADRE JORGE.-

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